Glorioso San Cayetano,
amigo de Jesús,
Redentor del linaje humano,
y amigo también de María Santísima,
madre de los hombres.
¿A quién puedo acudir mejor
para alcanzar el remedio de mis males
tanto del alma como del cuerpo,
que a Vos tan allegado de los dos personajes
en cuyas manos están los tesoros
de gracia y de naturaleza?
Vos, santo mío, si queréis,
podéis reparar los percances que me afligen.
No espero que me despreciéis
en este momento que acudo a Vos
confiado en vuestro valimiento y patrocinio.
¿Puede retraeros de consolarme
el ver en mí alguna falta
que tenga enojada a la Divina justicia
y que la obligue a castigarme?
¡Oh San Cayetano!,
no os detenga esto.
A la presencia del Señor me humillo,
y reconociéndome pecador,
digo con todas las veras de mi alma:
Dios mío, perdón,
pésame de haberos agraviado,
por ser Vos quien sois, bondad inmensa.
Concededme la gracia,
y ahora muy en particular
para rendir culto
a vuestro especial amigo San Cayetano,
por cuya intercesión espero obtener de Vos
con esta plegaria, el bien que deseo,
y al fin de mi vida el descanso de mi alma
en vuestra compañía eternamente en la gloria.
Amén.