RITUAL MAGICO DEL CORDERITO MANSO LIBERADO PARA RECUPERAR EL AMOR QUE TE HAN ROBADO


Desde que el mundo es mundo, hombres y mujeres sufren por amor. Pasiones no correspondidas, abandonos, infidelidades, decepciones, temor de perder a la persona amada son algunos de los padecimientos a que está sometida aquella persona que ha sido invadida por el sentimiento amoroso.
 
Aunque enamorarse es una dicha, es también, paradójicamente, una desdicha. El amor produce la ilusión de lograr la plenitud en tanto permite reencontrarse con aquella mitad que, según la mitología, se perdió alguna vez e hizo que todos los seres dejaran de ser hermafroditas, es decir, que dejaran de ser una unidad que contenía a los dos sexos. Pero la inmensa alegría de haber encontrado a la mitad perdida puede verse perturbada por el pánico a que el objeto de nuestro amor nos abandone. 

 
Aun en el caso de que no padezcamos ese sentimiento de inseguridad, puede ocurrir que la persona a la que amamos decida terminar con nosotros. En resumen, tal parece que resulta imposible querer sin sufrir.
 
En la Edad Media, el amor no era ni más ni menos que una enfermedad que entraba al cuerpo y a la mente "a través de los ojos". En efecto, ante la visión de una determinada persona, la razón se debilitaba, los sentidos se agotaban y el amor hacía su entrada triunfal, alojándose en el corazón. Éste era literalmente "tomado" o "robado" y , por esta razón, quien amaba sufría todo tipo de padecimientos del cuerpo y del espíritu.
 
La mayor parte de las recetas de pócimas para curar el mal de amor provienen, precisamente, de esta época. Hojas de roble machacadas mezcladas con menta, miel, alcanfor o aceite de almendras amargas con jengibre son algunas de las fórmulas secretas que los sabios recomendaban para aliviar las penas del alma.
 
En nuestros días, la concepción sobre el amor ha cambiado. Sin embargo mas de la mitad del mundo continúa sufriendo padecimientos amorosos que impiden disfrutar de la vida. Si tu perteneces a esa mitad y tu corazón late al ritmo de un amor no correspondido, has sido engañado, temes perder a quien amas o ya lo has perdido y te hace sufrir el afán de recuperarlo, no dudes en poner en práctica estas  ceremonias de corte. De esta forma podrás recuperar el amor que te han "robado" y lograrás sentirte nuevamente dueño de ti mismo.
 
RITUAL DEL CORDERITO MANSO LIBERADO

Esta ceremonia era practicada durante la Edad Media por los campesinos de la península Ibérica. El enamorado era, para los hombres de aquellos tiempos, un ser al que le habían robado el corazón "igual que se roba un cordero para sacrificarlo y procurarse, de este modo, satisfacción y sustento” (Códice de 1296). Por tanto, para dejar de sufrir había que recuperar el cordero robado y traerlo nuevamente al rebaño. El ritual es una representación simbólica de este rescate.
 
Necesitarás para llevarlo a cabo:
 
- Una piedra blanca del tamaño de un puño.
 
- Un cordel o cinta de algodón.
 
- Un rectángulo de madera de roble.
 
- Un trozo de carbón.
 
- Una vela blanca.

Los pasos del ritual
 
- Coloca el rectángulo de madera sobre la mesa y dibuja con el cartón una línea que lo divida en dos partes iguales.
 
- Toma la piedra blanca y colócala en la mitad derecha del rectángulo de madera.
 
- Ata la piedra con el cordel. (éste deberá ser lo suficientemente largo como para que  puedas tomar un extremo con la mano y arrastrar la piedra.
 
- Toma el extremo del cordel con la mano izquierda y pronuncia la siguiente oración:
 
 Oh, cordero que te has perdido,
corderito tierno al que han arrancado
del lado de su madre, vuelve al redil,
alegra nuevamente mi ser,
tráeme la sonrisa que te has llevado contigo.
 
Vuelve, cordero, y que contigo
vuelva mi antigua alegría.
 
Vuelve, cordero, y que contigo
regresen mis ganas de vivir.
 
Vuelve, cordero, y que contigo
vengan mis esperanzas pasadas.
 
Vuelve, cordero,
que sólo a mí perteneces.
 
Quien te ha robado
no tiene derecho a tenerte.
 
Vuelve, cordero, vuelve,
que sólo a mí perteneces.
 
- A continuación tira firmemente del cordel llevando la piedra hacia el lado izquierdo del rectángulo.

- Suelta el cordel, toma la vela blanca y enciéndela. Con la llama de la vela enciende el cordel y deja que se queme completamente.

- Una vez que el cordel se haya quemado, apaga la vela y pronuncia la siguiente oración:

Sin cordel, corderito,
ya nadie podrá tomarte
para llevarte a otro sitio.
 
Eres nuevamente mío
y sólo a mí perteneces.
 
Estás otra vez en casa, cordero,
otra vez en casa.
 
Estás otra vez en tu campo.
 
Estás otra vez
en el lado izquierdo de mi cuerpo.
 
Por este acto simbólico te habrás convertido nuevamente en dueño del corazón que te robaron. Por lo tanto, agradece con la siguiente oración el beneficio recibido:
 
Gracias, Señor,
por haberme devuelto a mi cordero.
 
Nuevamente está
en el centro de mi pecho.
 
Otra vez soy el dueño de mi corazón.
 
Se acabaron los padecimientos de amor.
 
Hoy pondré la cabeza en la almohada
y me dormiré sin derramar una lágrima.
 
Gracias por haberme devuelto a mi cordero.
 
A continuación, entierra la piedra y la vela. El corazón robado te habrá sido devuelto y dejarás de padecer por amor.


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