LOS VAMPIROS ENERGÉTICOS Y LA BRUJERIA


Cualquier mal pensamiento, cualquier ira, cualquier rabia y hasta cualquier envidia o revanchisrno puede hacernos daño. Y si cosas tan sencillas como éstas pueden incidir en nuestra mala suerte, una brujería negra puede causarnos el mal de una forma más directa e hiriente. 

Una persona de temperamento negativo puede ponernos de mal humor, chuparnos la energía y hasta hacernos padecer dolores de cabeza, malestar general y cansancio. 

Hay vampiros energéticos que se cargan las pilas con nuestra energía positiva, y a veces pueden ser nuestros propios padres, nuestros hijos, nuestros compañeros de trabajo o hasta nuestra querida pareja. Y hasta es posible que seamos nosotros mismos los que contagiamos nuestro mal humor y nuestro desánimo a los demás, es decir, que nosotros mismos podemos ser vampiros energéticos, personas gafes o portadores de desgracias para los demás. 


Para ello no tenemos que esforzarnos ni desear el mal a los demás, con tener un temperamento sucio, retorcido o negativo es más que suficiente, porque de la misma manera que la risa y el buen humor se contagian, la desilusión y el desánimo, la pesadez y la rabia se esparcen por todos lados. 

Ya lo decían nuestros abuelos: basta una manzana podrida para echar a perder todo el cesto. 

Pero este tipo de experiencias cotidianas no son exactamente brujerías que vayan en nuestra contra, como no lo son los puntos magnético negativos que puedan pasar por debajo de nuestra casa para impedirnos el sueño o para ponernos de mal humor por nada. La atmósfera está tan contaminada como el ambiente moral, pero eso no es suficiente para que a una persona le vayan mal todas las cosas. 

Por supuesto que si vivimos al lado de una central nuclear vamos a estar más expuestos a una radiación que si vivimos alejados de ella, pero eso no quiere decir que nos vayamos a contaminar forzosamente por correr el riesgo. Ni tampoco podemos sentirnos a salvo de las radiaciones nucleares, ya que la propia tierra puede emanar radiaciones de uranio o plutonio naturales. 

La brujería, además de la buena o la mala suerte que nos haya deparado el destino, existe y funciona, y puede utilizarse tanto en sentido negativo como en sentido positivo, todo depende del buen o mal uso que se haga de ella. La brujería nos ha acompañado a lo largo de la historia, y por ilógico que parezca, es algo real con lo que podemos tropezar cualquier día, y sin importar lo que nosotros pensemos, y sin tener en cuenta nuestras creencias o nuestra capacidad de raciocinio, funciona y se aplica todos los días, mucho más de lo que se pueden imaginar las personas incrédulas. 

Y es que en la brujería concurre tanto la ciencia, como el arte y la psique, ya que utiliza elementos químicos de las plantas, la sabiduría de los conjuros y la capacidad de influir en los demás. 

La sugestión, la autosugestión y hasta las bases del mesmerismo y el hipnotismo nacen de la brujería. La medicina actual no es otra cosa que chamanismo y curanderismo del pasado. Los psicólogos aplican las mismas técnicas de catarsis y rituales para curar a sus enfermos que los brujos y los sacerdotes de la antigüedad y de tiempos no tan antiguos. Los psiquiatras recurren a las mismas drogas psicotrópicas a las que recurrían los chamanes y los magos del pasado, muy similares a las drogas que utilizan algunos brujos de Africa o del Amazonas hoy en día. Las pócimas de los brujos pueden ser curativas o alienantes, y pueden servir tanto para atraer un amor como para curar un resfriado o para enfermar a un enemigo, todo depende de las dosis y de la intención con que se administre. 

En las montañas oaxaqueñas de Huautla, México, las brujas administran toda clase de hongos alucinógenos para los más diversos fines, y dependiendo del ritual que se siga al comerlos el consultante puede ver su futuro, hacer viajes astrales, curarse del asma o atraer la mala suerte hacia un competidor que le estorba en su trabajo. Se puede hacer brujería de cerca o a distancia, ya sea para curar a alguien que está lejos, o para hacerle la vida imposible a la persona que nos ha abandonado por otro amor, de la misma manera que se puede hacer brujería para favorecer la fortuna económica de la pareja, o para fastidiar a la vecina. 

Hay brujerías que no funcionan si no se hacen a través de un bebedizo, y hay otras que necesitan del miedo o el susto de la víctima, como el poner una cruz invertida en la puerta de quien odiamos, un gato muerto o cualquier otro símbolo de maldad que sea capaz de amedrentar al destinatario del embrujo. 

De esta manera podríamos clasificar las brujerías en tres grandes grupos:

1. Las que funcionan a distancia o psíquicas. 

2. Las que funcionan con bebedizos o físicas. 

3. Y las que funcionan por impresión, o sugestivas.

Por supuesto, las hay que necesitan de las tres cosas para funcionar, ya que la intención, el brebaje y la sugestión tienen un mayor efecto si se utilizan conjuntamente, de la misma manera que hay brujerías que funcionan prácticamente por sí solas. 

La fuerza de la brujería radica en buena parte en la intención, buena o mala, con que se hace, pero eso no impide que una pócima afecte, de una manera u otra, a quien se la beba, aunque sea por accidente. 

En el caso de la brujería por impresión, el resultado depende mucho de lo sensible o impresionable que sea el destinatario. Una persona muy influible sufrirá de una manera más viva la brujería, mientras que una persona a la que no le afecten ciertas impresiones apenas si notará los efectos del embrujo. 

Nuestra mente es más complicada y más poderosa de lo que creernos, y es a través de ella que las brujerías toman forma o se pierden en la nada, por eso, si nuestro pensamiento es fuerte y positivo, tendremos más capacidad de salir ilesos de las malas artes, y de salir beneficiados con las brujerías positivas.


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