A pesar de pertenecer a la familia de los roedores, todo el mundo siente un mayor o menor grado de simpatía por las ardillas, a las que vemos siempre ocupadas, corriendo nerviosas de aquí para allá. Son unos animales muy sociables, aunque muestren su disgusto con las ardillas que se introducen en sus territorios, y se pasan el día dando vueltas en busca de comida y haciendo agujeros en el suelo para esconder nueces y otros alimentos en previsión de tiempos peores, emplazamientos que localiza posteriormente merced a su agudo sentido del olfato.
Existen dos especies principales de ardillas: la ardilla gris, que habita normalmente en ambientes urbanos, y la ardilla roja, más habitual en entornos naturales boscosos; aunque también se ha catalogado una ardilla negra, que es una variedad más agresiva de la ardilla gris. Por otra parte, existe una especie bastante conocida de ardilla voladora que, a pesar de lo que pueda sugerir su nombre, en realidad no vuela, sino que planea de árbol en árbol merced a una membrana de su piel que extiende entre las patas anteriores y posteriores. A diferencia de la ardilla gris y de la roja, la ardilla voladora es nocturna, y se molesta mucho si la perturban durante el día, siendo los búhos sus principales depredadores.
Las ardillas rojas vienen a ser una especie de centinelas del bosque, puesto que parlotean y protestan en cuanto aparece algún extraño por los alrededores, como si estuviesen difundiendo la noticia a todo aquel que esté dispuesto a escucharlas.
La ardilla roja es más agresiva y se desenvuelve mejor en la lucha que la ardilla gris, a pesar de ser esta más grande; pero poco puede hacer ante su enemigo más peligroso, la marta, animal al que convendría estudiar también.
Las ardillas rojas tienen por regla general dos camadas al año de entre dos y siete crías, que se independizan normalmente al cabo de doce semanas, ciclo temporal que convendría que examinaras, relacionándolo con tu propia vida, si la ardilla roja se te ha aparecido.
Por su parte, la ardilla gris es la más común y la más sociable de todas las especies de ardillas; y, al igual que ellas, no hiberna.
Construye sus nidos en los agujeros de los árboles, o bien en sus ramas más altas, nidos que tienen normalmente forma esférica, con la entrada en uno de sus costados. Ahí suelen alojar dos camadas al año, cuyas crías se independizan también al cabo de doce semanas.
Por otro lado, aunque la ardilla gris es de mayor tamaño que la roja, normalmente elude los enfrentamientos directos con esta última, optando en muchas ocasiones por la huida; si bien su principal peligro no proviene de la ardilla roja, sino del zorro y de rapaces como el búho y el halcón.
En términos generales, todas las especies de ardillas son bastante sociables y, si bien se pelean con frecuencia, lo hacen habitualmente como juego. Por otra parte, son muy observadoras y se les da muy bien imitarse entre sí, que es en realidad la forma en la que aprenden; y de ahí que las personas que tienen a la ardilla como tótem aprendan también más haciendo cualquier tarea que estudiándola.
Las ardillas son también muy comunicativas, y se las puede escuchar parloteando entre los árboles cuando juegan, o bien cuando se las molesta.
Por otro lado, su espesa cola las dota de una gran expresividad pues, además de proporcionarles calor, sombra y equilibrio, manifiestan sus emociones a través de rápidos movimientos de la cola.
A las ardillas se las ve siempre activas, y ocupadas, corriendo de aquí para allá, recolectando y almacenando alimentos que consumen posteriormente durante el invierno, dado que es un animal que no hiberna. Pero su previsión no se queda solo en esto, dado que, durante el verano, se atiborran a comer con la intención de acumular nutrientes y grasas de cara al invierno, de ahí que sea un símbolo de actividad, preparación y previsión.
A las ardillas se las ve siempre activas, y ocupadas, corriendo de aquí para allá, recolectando y almacenando alimentos que consumen posteriormente durante el invierno, dado que es un animal que no hiberna. Pero su previsión no se queda solo en esto, dado que, durante el verano, se atiborran a comer con la intención de acumular nutrientes y grasas de cara al invierno, de ahí que sea un símbolo de actividad, preparación y previsión.
Cada ejemplar de ardilla es único, y su medicina se activará de un modo diferente en cada persona. Si la ardilla ha entrado correteando en tu vida, evalúa tu nivel de actividad y tu capacidad previsora.
¿Te estás excediendo en tus actividades, o bien no estás haciendo lo suficiente? ¿Careces de planes de futuro, sea un futuro cercano o distante? ¿Te comportas de un modo excesivamente errático, pasando de unas actividades a otras sin profundizar en nada? ¿Deberías de ahorrar y racionar en algún aspecto de tu vida, sea en dinero, tiempo, energía...? ¿Temes no tener suficiente en alguna área de tu vida? ¿Estás demasiado obsesionado por recolectar y acumular? ¿Estás acumulando bienes sin compartir nada con los demás?
Las ardillas nos pueden enseñar el justo equilibrio entre recolectar y donar; de tal modo que, si nos estamos excediendo en alguna de estas dos direcciones, es muy posible que se nos aparezca la ardilla con la intención de echamos una mano. No olvidemos que las ardillas son unas maestras consumadas de la previsión y la preparación, aunque también nos recuerden que, en nuestra búsqueda de objetivos, debemos tomarnos siempre algún respiro para jugar y relacionarnos.
Las ardillas nos dicen que el trabajo y el juego deben ir de la mano, ya que de lo contrario, el trabajo te generará problemas, te resultará más complicado y te dará menos frutos.
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