SAN FRANCISCO MARÍA, ORACIÓN AL PADRE SANTO QUE AYUDA A LOS POBRES


Fray Francisco María comprendía
la enorme importancia que tiene la paz
dentro de una comunidad y aceptaba
como ejercicio ascético
las dificultades que de ello se derivaban.
 
«Paz con Dios, paz con nosotros mismos,
paz con todo el mundo».
 
ORACIÓN

El pueblo lo llamaba «el padre santo»,
al verlo transitar de limosnero;
los nombres de Francisco y de María
en alma y vida los llevaba impresos.

Con él la caridad camina amable
por la ciudad de Génova y el puerto,
amigos suyos son los cargadores
y todo aquel que lleva penas dentro.

El diálogo es su oferta más sencilla,
se acerca a todos y habla sin recelo;
solícito, al que sufre ofrece alivio
y sus labios rebosan buen consejo.

Un día, cuando Génova gemía,
llorando por el cólera a sus muertos,
un pobre agradecido se brindaba
y el Padre Dios tomó el ofrecimiento.

¡Honor a Jesucristo, don del Padre,
que fue oblación perfecta en el madero:
la vida y el amor en Trinidad
irradie aquí en la tierra sus reflejos!

 Dios de bondad, que en tu humilde siervo
Francisco María de Camporosso
has dado un ejemplo de amor a los pobres;
por su intercesión y ayuda,
haz que también nosotros
nos dediquemos al servicio del prójimo
con generosidad y humildad.
 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
 
Amén.
 
El don de profecía de que indudablemente están dotados algunos seres humanos, ha llamado siempre la atención de la ciencia.
 
Entre los santos, este privilegiado don aparece con más frecuencia entre aquéllos que son más humildes, puros e inocentes, como es el caso de San Francisco María de Camporosso.
 
Fray Francisco María era un genuino hombre de Dios, que sin estudios, habilidades ni linaje noble, pidiendo limosna para el convento a que pertenecía, se convirtió en el consuelo de los desdichados y en el apóstol de los habitantes de Génova.


Fue llamado Padre Santo sin ser sacerdote, y era tanta su autoridad y su prestigio, que a la puerta del convento se apiñaba la gente para oírlo, consultar sus asuntos personales con él, o encomendarle que rogara por ellos.

Prefería al humilde lego, mejor que a los sacerdotes capuchinos de la misma comunidad. Su palabra era corta, amable y directa. Como un iluminado, revelaba el porvenir o las cosas que nadie sabía; y dejaba en todas partes un ambiente de santidad que obraba maravillas en las almas.

Entre las muchas profecías que se le atribuyen, he aquí tres que impresionan por la precisión con que se cumplieron:

Una señora tenía un hijo que deseaba ser sacerdote, pero como era muy enfermizo, se le dificultaban sus estudios para la ordenación. La mujer, desconsolada, acudió al santo para referirle el problema y pedir consejo. Fray Francisco María le dijo:

—Su hijo se aliviará, continuará los estudios y llegará a ser obispo de Acqui.

Según todos los testimonios, esto se cumplió al pie de la letra.

Otra vez, una joven confió al santo que estaba muy afligida, pues tenía un hermano muy lejos, y estaba sin noticias de él desde hacía mucho tiempo.

Fray Francisco María no le vaticinó al momento: se concretó a sonreír tranquilamente. Pocos días después, se encontró en la calle con la misma joven, e inmediatamente exclamó con alegría:

—Ahora sí debe estar usted muy contenta.


—¿Por qué? —preguntó ella con curiosidad.

—Porque lleva una carta de su hermano en el bolsillo.

En efecto, la muchacha acababa de recibir una carta de su hermano distante, en la cual le daba todas las noticias referentes a él que importaban a la joven. Pero nadie sino ella sabía de esa carta, y sintió la videncia del santo como un rayo de luz que atravesaba su alma.

Por último, cuando una epidemia de cólera azotó a la ciudad de Génova, Francisco María de Camporosso ofreció su vida para que cesara.

Un día, regresó de sus recorridos de limosnero, exhausto, contagiado ya del terrible mal. Cuando lo llevaron a la enfermería, comentó:

—Esto es cosa de tres días... El cólera no cesará sino hasta después de mi muerte.

Murió exactamente tres días después, y luego de su muerte cesó la epidemia en Génova.

Con estos datos queda retratada la figura del grande y humilde lego capuchino.

 

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