SAN GREGORIO BARBARIGO, ORACIÓN MILAGROSA PARA SALIR ADELANTE EN LAS NECESIDADES ECONOMICAS FAMILIARES

 
ORACIÓN
 
Glorioso San Gregorio Barbarigo,
maravilloso servidor de Dios y de todo necesitado,
tanto de bienes espirituales como materiales.
 
Bendito santo que en vez de optar
por la opulencia de tu fortuna,
repartiste tus bienes entre los pobres,
imitando la humildad de San Carlos Borromeo,
atendiendo a todo necesitado,
compartiendo con ellos tu atención,
y atendiendo a sus necesidades con sabiduría,
elocuencia, optimismo y bien hacer,
comiendo y alojándote con los más pobres
y elevando su estado de ánimo.

 
Atiende hoy a mis necesidades,
te suplico, bendito benefactor,
que son graves y sin oportunidad
de solucionarlas por mi mismo.
 
Abre hoy tus misericordiosas manos
para que los míos yo, nos podamos sentir
aliviados y reconfortados por tu benevolencia
y encontremos el modo de salir adelante,
para poder conseguir la promesa de un futuro
con oportunidades y progreso,
donde nuestras precarias necesidades
estén cubiertas y solventadas,
y todos estos malos momentos, sean,
solamente un mal recuerdo que ya esté superado.
 
Bendícenos, poderoso santo,
acógenos en tus manos,
y ten siempre una mirada piadosa para nosotros,
devotos tuyos que tanto necesitamos de ti.
 
Confiados en tu misericordia y bondad
dejamos ante ti, nuestros graves problemas,
esperando que sean satisfechos con brevedad,
pues nuestras carencias ya están en un límite
que nos hacen sentir aflicción y desesperación,
y nuestras vidas están seriamente perjudicadas.
 
Gracias amado obispo por tus favores.
 
Amén.
 
San Gregorio Barbarigo fue un obispo excepcional, ejemplo de abnegación y sacrificio. La responsabilidad de los obispos es algo que la Iglesia ha considerado siempre de manera especial; en la actualidad, el Concilio Ecuménico Vaticano II ha precisado dicha responsabilidad de manera muy explícita.

 
Veamos un fragmento del discurso que pronunció en dicho Concilio monseñor Pablo Rusch, obispo austríaco:
 
"Cristo fundó el apostolado como «colegio», en efecto, leemos en San Lucas, 6, 13-16: «Y cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió doce de ellos, a los que llamó apóstoles; Simón, al que apellidó Pedro, y Andrés su hermano», y así hasta doce.
 
Para San Gregorio Barbarigo, enseñar a observar era predicar con el ejemplo.

A toda facultad corresponde una obligación, y el santo ponía quizás en primer término el cumplimiento de su obligación, aun antes que el ejercicio de su facultad.

En otro discurso conciliar, el obispo de Rennes, Francia, monseñor Pablo Gouyon, dijo: "Esto dos verdades: El primado del Romano Pontífice y la colegialidad episcopal parecen surgir al mismo tiempo en los inicios de la Historia. Después avanzan del mismo modo a la luz de los siglos, de tal manera que si se discute de una se discute igualmente de la otra. Esto es verdad, al menos, en el período que tratamos, a saber: de la tradición de la Iglesia en los siglos II y III...

"Del mismo modo que Pablo escribía a los cristianos de Roma, antes de que les hubiese predicado oralmente el Evangelio, sin que nadie le negase este derecho, y menos que ningún otro, Pedro, quien, al contrario, le alaba por ello en su Segunda Epístola (3,5), así tampoco nadie vitupera a Ignacio Antioqueño, a fines del siglo I, cuando da consejos a las Iglesias de Asia y cuando anima paternalmente a su hermano, más joven en el episcopado, Policarpo de Esmirna...

"Todos ellos hicieron esto no por cortesía, sino para avisar a los que leían sus epístolas e inducirlos a ser vigilantes, y no rara vez porque aquellos mismos les habían pedido su consejo..."

Como se ve, no se trata exclusivamente de imponer su autoridad, sino de estar vigilantes. Esto es, a observar de cerca, a participar en las hermosas obligaciones que todo pastor amoroso tiene para con su rebaño.

Todo lo anterior queda dicho para que se entienda que es tradición capital de la Iglesia la de que sus obispos —como San Gregorio Barbarigo— no sean únicamente cabezas de sus diócesis para mandar, sino para servir, tarea en la cual el santo fue excepcionalmente admirable.
 

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