ELEFANTE, TÓTEMS DE ANIMALES MEDICINA


El elefante es el mamífero terrestre más grande que existe, se remonta al antiguo linaje de los mamuts, y en la actualidad tiene dos ilustres representantes: el elefante indio y el elefante africano, que se diferencian entre sí por su tamaño y por la forma de sus orejas.
 
En torno al elefante hay un inmenso legado de mitos y tradiciones populares; y, al igual que entre las tradiciones nativas americanas existe un halo de sacralidad en torno a la imagen del búfalo blanco, también existe un sentimiento reverencial asociado a la imagen del elefante blanco. De hecho, según algunas tradiciones, las madres de importantes maestros espirituales habrían soñado con un elefante blanco al engendrarles; tal es el caso de la madre de Buda, que soñó con que un elefante blanco entraba en su matriz cuando concibió al gran maestro iluminado.


En India y en el sudeste asiático se venera profundamente al elefante, teniendo en estos lugares un simbolismo múltiple. Por una parte, es símbolo de realeza y fecundidad. Por ejemplo, al dios hindú de la sabiduría y el éxito, Ganesha, se le representa habitualmente con una cabeza de elefante; en tanto que, para el dios Indra, el elefante cumplía un papel muy relevante en sus distintos aspectos divinos.
 
Como rey de los dioses, el elefante era su montura real; como dios de los guerreros, era el arma suprema de Indra; y como dios de la lluvia, Indra recurría al elefante gris para crear los monzones.
 
El elefante puede resultar extraño y aterrador para quienes no están familiarizados con él, y quizás sea este el motivo por el que gran parte de lo que la gente cree acerca de él sean puras falacias. Por ejemplo, los elefantes no temen a los ratones, y no son sus movimientos lo que les altera, sino sus sonidos.
 
Por otra parte, aunque los elefantes disponen de una buena memoria, tampoco es cierto que nunca olviden. Lo que sí es cierto es que nunca olvidan a aquella persona que les haya hecho daño, al punto que intentan vengarse de ella si se les presenta la ocasión. Tampoco es cierto que exista un legendario y remoto cementerio de elefantes, un lugar especial al que van a morir todos ellos. Esto no son más que relatos místicos cargados de simbolismo, pues los elefantes no muestran interés alguno por los muertos ni por los moribundos, ni van tan lejos como para mostrar su pesar.
 
El simbolismo del elefante es especialmente favorable, pues encarna la fuerza y el poder, sobre todo el poder de la libido. De hecho, es más probable que un elefante macho se ponga furioso y se desboque cuando está en celo, y este es el motivo de que se haya convertido en símbolo de una gran potencia sexual.

 
Resulta llamativo que a los elefantes se les haya vinculado con las nubes por su tamaño, su color y su forma; de hecho, son un símbolo de las nubes e, incluso, en algunas tradiciones se dice que los elefantes crearon las nubes. Esto me lleva a sugerirte que, si tienes al elefante por tótem, estudies el simbolismo y los significados de las nubes.
 
En términos generales, las nubes son un símbolo de las brumas que separan los mundos con forma de los mundos informes, y se las ha vinculado con Neptuno, con la profecía, la fecundidad y la familia. Dado que las nubes sufren una metamorfosis constante, bien podrían ser un reflejo del estado en que viven aquellas personas que tienen al elefante como tótem.
 
Uno de los rasgos distintivos del elefante es, qué duda cabe, su trompa, de cuyo olfato depende el elefante en gran medida, dado que tiene una visión relativamente pobre.

El elefante respira y huele a través de la trompa, y discierne lo que huele, de ahí que el sentido del olfato haya sido, desde hace mucho, símbolo de las formas superiores de discriminación. Por tanto, yo sugeriría a los que tienen al elefante como tótem que presten atención a lo que huele bien y lo que huele mal.
 
¿Estás discriminando como deberías? ¿Lo hacen los demás? ¿Hay algo que te huela divertido? ¿No estás reaccionando, a pesar de que muchos de tus asuntos huelan mal?
 
Las personas elefante harán bien si trabajan con incienso y con aceites aromáticos, pues les pueden ser útiles para el cambio de consciencia; de hecho, deberían de estudiar y practicar la aromaterapia. Pero el sentido del olfato está también estrechamente ligado al impulso sexual, en tanto en cuanto el olfato es uno de los más potentes estimulantes; y de ahí que los olores puedan ser un magnífico afrodisiaco para las personas con este tótem, así como un medio para seducir o dejarse seducir. Todo esto no hace otra cosa que resaltar la simbología sexual del elefante.
 
La trompa es un instrumento muy versátil en los elefantes, dado que la utilizan para beber; para ducharse, para defenderse, e incluso para saludarse entre ellos. Esta sofisticada combinación de nariz y labio superior tiene en su extremo dos prolongaciones parecidas a dedos que le permiten utilizar la trompa casi como si fuera una mano; pues de este modo pueden asir ramas, hojas y hierbas que, de otro modo, no podrían llevarse a la boca. Esta peculiaridad estaría indicando que, mediante el incremento de sensibilidad olfativa que el elefante te puede aportar, podrías contactar con energías y mundos que, de otro modo, te serían inaccesibles.
 
Los colmillos constituyen otro rasgo identificativo del elefante; un rasgo que, por desgracia, le cuesta la vida a innumerables elefantes africanos cada año a mano de los cazadores furtivos, que obtienen cuantiosos beneficios con el marfil de sus colmillos. De ahí que sugiera a todo aquel que tenga al elefante como tótem que examine también el significado del marfil desde una perspectiva espiritual y metafísica.
 
Los elefantes utilizan los colmillos para defenderse de los ataque de los depredadores, pero también para escarbar el suelo y extraer raíces comestibles, lo cual vincula a este animal con todo aquello que vive por encima y por debajo de la superficie, concretamente con las plantas y sus raíces.
 
Los elefantes en estado salvaje viven en manadas, en las que existe una diferenciación por edades y sexos. Las hembras y las crías viven en una manada compuesta exclusivamente por hembras y liderada por una hembra anciana y sabia, lo cual viene a coincidir con una antigua tradición según la cual la energía femenina adopta siempre tres formas: la hija, la madre y la anciana sabia; tradición que siguen la mayoría de las culturas en las que ha habido enseñanzas de misterios sobre la vida y el universo.
 
Por su parte, los machos se unen ocasionalmente a las manadas de hembras, normalmente para aparearse; el resto del tiempo lo pasan en las manadas de machos, que están lideradas por un macho anciano y fuerte. También esto ha tenido su réplica en algunas culturas ancestrales del mundo, en las que hombres y mujeres tienen sociedades diferenciadas y disponen de enseñanzas sagradas acerca de los elefantes.
 
Los elefantes dan muestra de un gran afecto y una notable lealtad en sus relaciones sociales, como evidencia el hecho de que las hembras jóvenes ayuden a sus hermanas pequeñas, y que los elefantes machos más fuertes ayuden a sus camaradas enfermos o heridos; al punto que podríamos afirmar que en las manadas de elefantes se viven los ideales de una verdadera sociedad. Así pues, es muy posible que a las personas que tienen al elefante como tótem se les dé la oportunidad de fomentar unos potentes ideales familiares y sociales.
 
El cuidado de los jóvenes, el respeto a los ancianos y los enfermos, y la fuerza que surge del ejercicio de las propias capacidades, se convierten en los cimientos de una gran persona y una gran sociedad. De modo que, si el elefante ha llegado hasta ti, podrás afianzar todo esto en tu vida y en tu sociedad, pero también acceder a la sabiduría y el poder más antiguos, aquellos que te permitirán reclamar para ti y para los demás la más añeja realeza.
 
 

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