ORACIÓN DE LA CARIDAD, PARA PROTECCIÓN DE ENEMIGOS Y MALES


La caridad es la reina de todas las virtudes. Une a Dios y a cada persona humana perfectamente en el amor. También une a la persona humana a todas las demás personas, por el amor de Dios.

ORACIÓN
 
Señor, que sois Bondad y Amor,
y la llama que inunda de amor
el corazón tanto del justo como del pecador,
a ti te pido con toda humildad la Caridad,
que es la gran virtud que alienta y domina
la voluntad del hombre a amarte a Ti,
amarse a sí mismo y amar al prójimo.

Caridad te pido Señor,
por tu infinita misericordia
y piedad, para enamorarme en ti,
de manera que este amor,
llegue a tu vuestro amigo,
al recordar, conocer y amar
tu Mandamientos y Honores.
 

A vuestra Santa Voluntad gloriosa
 pido, Señor, Caridad,
para obtener Santa y elevada voluntad en amar,

alabar, honrar y serviros;
pues la Caridad es buena, grande,
poderosa y perdurable;
 siendo así, que el amor, la dulzura y el placer
se hallan siempre entre las buenas, grandes,
poderosas y perdurables semejantes.
 
Señor Dios! A Vos, que sois caridad,
os pido virtuosa, verdadera y gloriosa Caridad,
para que con esta pueda servir mucho,
honrar y bendecir
a vuestra muy alta y maravillosa Caridad;
porque no os pertenece el ser con poca Caridad,
servido, alabado y bendecido.
 
La Caridad, señor, es Rosa, Lirio,
Rubí, Zafiro y Violeta que hace
estar a los hombres enamorados de Vos;
y hace suspirar el corazón y llorar los ojos
para amar, honrar y serviros;
por lo que os pido la caridad,
que me haga amaros,
y suspirar llorando por vuestro Amor;
y así, Señor que de vuestro agrado
que me deis Caridad, pues Vos sois Caridad;
y conceded lo que podéis y debéis dar,
pues os estoy pidiendo amor para amar,
honrar, bendecir, servir y obedeceros.
 
Señor libera!
la Caridad hace el hombre animoso en amaros;
y destierra de tu corazón las tinieblas
con los rayos del amor,
que vence a la crueldad, a la ociosidad,
a la malaventura y al pecado;
por lo que sea de vuestro beneplácito,
Señor, el darme la Caridad,
pues tanto vale para amar, honrar y serviros,
y para sufrir por vuestro amor grande trabajos,
y para evitar así mismo grandes penas.
 
 
La Caridad, Señor, hace al hombre liberal,
leal, humilde, alegre, bien enseñado,
veraz, constante, cortés y piadoso;
y la crueldad hace todo lo contrario;
y así, Señor, si Vos no me dais la Caridad,
me aprisionarán mis enemigos
crueles y duros de corazón,
a quienes renuncio,
pues de hoy en adelante no quiero serviles,
pues hacen estar a todos sus amigos en pecado.
 
Oh Señor! pues deseo amar, servir y honraros,
dadme Caridad, a fin de que os pueda amar,
honrar y servir; y no permitáis
que los enemigos de la Caridad me molesten,
ni que yo les dé oídos jamás.
 
Ay memoria mía, recordad!
Ay entendimiento mío, entended!
Ay voluntad mía!
Y vos corazón mío, suspirad!
Ojos míos, llorad!
Y vos boca mía, rogad!
 
Pedid, pedid la caridad,
hasta que os sea concedida,
para que con ella huyamos de los trabajos
de las penas infernales,
y podamos lograr el descanso
y los placeres celestiales.

La caridad es la virtud por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por su propio bien, y a nuestros vecinos como a nosotros mismos por el amor de Dios.

Para amar a Dios sobre todas las cosas, debemos estar dispuestos a renunciar a todas las cosas creadas en lugar de a Él por el pecado.
 
Podemos hacerlo hablando a Dios, pidiéndole esta gracia orando el tradicional Acto de Caridad, abriéndole nuestros corazones y simplemente practicando la caridad hacia Dios y hacia los demás. Estas son las formas más simples y efectivas de profundizar en la caridad.
 
El Santo Apóstol enseña esta verdad, porque cuando llegamos al cielo, la fe y la esperanza cesarán. Ya que la fe es creer y confiar en lo invisible, la fe ya no será necesaria, ¡porque en el cielo veremos y poseeremos a Dios!
 
La esperanza termina, porque al estar en el cielo ya no podemos desear lo que ya poseemos. Pero por toda la eternidad tendremos caridad: ¡podemos amar a Dios para siempre!

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