Los leopardos y los jaguares son los dos miembros moteados de la gran familia de los felinos, y con frecuencia se les vincula y se les da el mismo nombre genérico de «panteras».
De todos los grandes felinos, los leopardos son los maestros consumados del acecho, pues pueden permanecer en silencio y pasar desapercibidos hasta que se encuentran a pocos metros de sus presas, manifestando su presencia pocos instantes antes del ataque.
Los leopardos tienen una profunda intuición y un fuerte instinto cazador, facultades que manifiestan sus crías desde una temprana edad, y de ahí que las personas que tienen al leopardo como tótem exhiban también unas fuertes facultades intuitivas y una intensa sensibilidad.
Los cachorros de leopardo aprenden con rapidez qué presas son capaces de cazar y cuál es el mejor modo de aproximarse a ellas, por lo que confiar en los propios instintos es parte de lo que el leopardo te puede enseñar como útil tótem, si bien es cierto que no es fácil desarrollar este tipo de confianza, especialmente en las sociedades occidentales, en las que se suele programar a la gente para que ignoren su parte intuitiva y se dejen llevar exclusivamente por la razón y la lógica.
El leopardo recorre sus territorios de caza en el más absoluto silencio, por lo que imitar su paso puede ser una buena manera de sintonizar con él para las personas que lo tienen como tótem. Por otra parte, el leopardo camina girando las zarpas hacia dentro, posando la pata primero por el borde externo de la zarpa, lo cual le permite evitar descargar todo su peso sobre todo aquello que pueda alertar a sus presas con el más leve crujido.
El leopardo está especializado en la caza nocturna, y suele trepar a los árboles con sus presas, donde su larga cola, colgando entre las ramas, es lo único que puede revelarnos su inadvertida presencia entre el follaje; siendo, por otra parte, un símbolo de sexualidad y de potenciales innatos.
El leopardo de las nieves tiene sus dominios en las regiones montañosas de Asia, hecho que podría reflejar algún tipo de conexión con vidas pasadas en aquellas zonas donde se le puede encontrar. Sus ojos verdes y su pelaje blanco grisáceo moteado lo convierten en una de las especies más hermosas de la familia de los leopardos.
Los que tienen al leopardo de las nieves como tótem harían bien en meditar en sus ojos verdes, en la dirección norte y en su rocoso y montañoso hábitat, pues puede proporcionarles información crucial sobre el papel de este tótem en su vida.
De entre todas las especies de leopardos, el leopardo de las nieves está considerado como el menos agresivo. Si bien es cierto que muchos grandes felinos han tomado ocasionalmente como presas a los seres humanos, el leopardo de las nieves nunca ha caído en esta tentación, a pesar de ser capaces de cazar presas mucho más grandes que él mismo.
El entorno montañoso le obliga a ser sumamente ágil, además de un excelente saltador; hecho que apunta a la conveniencia de que los que le tienen como tótem aprendan a dar grandes saltos sobre los obstáculos que se les presentan en la vida.
El leopardo es un animal que alberga un profundo misterio y que ha sido objeto de multitud de tradiciones y relatos populares.
En Asia Central se difundió la idea de que los leopardos de las nieves no devoraban la carne de sus víctimas, sino que se limitaban a chuparles la sangre. Y, aunque esta idea tuvo probablemente su origen en las marcas que dejan sus colmillos en el cuello de sus presas cuando las asfixian, no por ello deja de tener un profundo significado simbólico, puesto que la sangre es la manifestación física de la fuerza vital.
En muchas culturas ha existido siempre la creencia de que uno adquiere la esencia de aquello que come, y el hecho de que un depredador tome solo la sangre de sus presas, y no la carne, estaría apuntando a una sutil diferenciación, dado que implica que el leopardo solo asume la fuerza vital de su presa, y no sus debilidades, simbolizadas por la carne. De ahí que, para aquellas personas que tienen a este animal como tótem, este hecho esté anunciando la oportunidad de recuperar la fuerza vital perdida, pero sin caer en el entramado de los viejos patrones.
Según un antiguo relato, Milarepa, el santo y poeta tibetano, marchó solo en cierta ocasión a la Gran Cueva de los Demonios Conquistados, permaneciendo allí durante seis meses, hasta que sus seguidores lo encontraron y descubrieron que se había convertido en un leopardo de las nieves. Esta leyenda apuntaría a la idea de que este animal, como tótem, sería el anuncio de una renovación de energías y capacidades, así como de una oportunidad para vencer a los propios demonios.
En cualquier caso, yo sugeriría a las personas que tienen al leopardo de las nieves como tótem que investiguen y mediten sobre la vida de Milarepa. Como ya se ha apuntado, el leopardo de las nieves vive en las altas regiones montañosas, regiones consideradas desde siempre como un mundo aparte del mundo humano, incluso como morada de los dioses, y de ahí que se tuviera por sagrados a los animales de los dioses y diosas de las montañas.
Todo esto debería llevarnos a concluir que la aparición del leopardo es una señal evidente de protección divina y del despertar de la propia chispa divina interior.
El leopardo es un animal solitario y reservado, por lo que el mero hecho de verlo constituye una rara y preciosa experiencia, aunque no sea más que en un sueño o visión.
El leopardo de las nieves tiene la misteriosa habilidad de fundirse con los inmensos roquedales de su entorno y, a pesar de la fornida apariencia que le proporciona su espeso pelaje, en realidad es un poco más pequeño que el resto de los leopardos, aunque no se quede atrás en su destreza como depredador.
Los que tienen a este leopardo como tótem deberían estudiar también al baral (o carnero azul del Himalaya), por ser una de sus presas más habituales.
Si se te aparece un leopardo es que ha llegado el momento de que te liberes de tus obsesiones y tus demonios interiores, pues dispondrás de la fortaleza y la vitalidad necesarias para enfrentarte a ellos.
También puede indicar un período de 22 a 24 meses durante los cuales no solo ahuyentarás a tus demonios, sino que se te abrirán además nuevos horizontes, dado que es sobre los 22 meses de edad cuando los jóvenes leopardos de las nieves se independizan.
En resumen, el leopardo es la promesa de una nueva vida, de una nueva manera de percibir el mundo y de una luminosa perspectiva vital.
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