SAN LUIS BELTRÁN, ORACIÓN QUE QUITA DOLORES Y ALIVIA ENFERMEDADES

 
Después de sufrir una larga y dolorosa enfermedad, San Luis Beltrán tuvo una muerte santa. Muchos prodigios acompañaron su paso. Durante el proceso de beatificación, los testigos declararon que poco después de su muerte surgió un perfume celestial de su cuerpo, que una luz que brillaba durante varios minutos procedió de su boca e iluminó toda su celda, y que se escuchó música seráfica en la iglesia antes de su funeral.

El cuerpo del Santo, que permaneció incorrupto durante más de trescientos cincuenta años, fue destruido maliciosamente durante la revolución española de 1936.
 
ORACIÓN
 
Santo amigo, santo milagroso,
venid en mi amparo, venid glorioso.

El mundo, por vos dichoso,
os llama por excelencia
Beltrán santo y milagroso.


Como caudillo de Dios,
hacéis al demonio la guerra
durmiendo en la dura tierra
y así sois más poderoso
armado de penitencia
Beltrán santo y milagroso.

Con la gran fe que gobierna
vuestro pecho de amor lleno,
bebéis por Dios un veneno
que os da vida y vida eterna:
Siendo por vos provechoso
el rigor de tu inclemencia,
Beltrán santo y milagroso.

Pues tiene el pecho amoroso
de Dios tan grande clemencia
rogad santo milagroso
por todos los que con gozo
imploramos vuestra presencia,
y atended a nuestros ruegos:

(Hacer la petición)

Sed clemente y sed piadoso
con cualquier mal y dolencia
Beltrán santo y milagroso,
devolvednos la salud
y aplacar nuestros dolores,
restituirnos las fuerzas
quitadnos las depresiones
para así poder tener
felicidad y dicha eternas,
pues teniendo buena salud,
lo demás, es cosa hecha.

Beltrán santo y milagroso,
devolvednos la salud,
pedid por nosotros a Dios,
y como agradecimiento tendréis
nuestra fidelidad eterna.

Amén.

Rezar el Credo.
 
San Luis Beltrán era excepcionalmente piadoso como un niño, recitaba a diario a Nuestra Señora y asistía a diferentes iglesias para ocultar su frecuente recepción de la Sagrada Eucaristía.
 

 
Fue recibido en la orden de Santo Domingo cuando tenía diecinueve años y fue ordenado antes de cumplir los veintidós. Ocupó muchos cargos en la Orden, especialmente el de maestro de novicios. Mediante la práctica de una virtud excepcional, la abnegación y la penitencia, proporcionó a sus novicios un modelo perfecto para su imitación.

En el año 1562, Saint Luis Beltrán fue enviado desde su natal Valencia, España, a América del Sur, donde trabajó durante siete años entre los nativos de la parte noroeste del continente, entre la tribu de los caribes en las islas del Caribe, y entre los nativos del istmo de Panamá.
 
Durante estos años misioneros fue favorecido con el don de lenguas. Mientras hablaba con los nativos en castellano, todos lo entendían y, a menudo, hablaba en idiomas con los que naturalmente no estaba familiarizado.
 
Su predicación estuvo acompañada de muchos milagros y profecías. Una vez devolvió a una niña a la vida por la aplicación de un Rosario y con frecuencia atribuyó a la intercesión de Nuestra Señora los poderes milagrosos que manifestó.

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