VIRGEN DE AFFLEUZ, ORACIÓN DE PROTECCIÓN


ORACIÓN
 
Te honramos, oh María, Madre de Dios,
tesoro del universo, llama inextinguible,
corona de virginidad, cetro de la verdadera fe,
templo eterno e indestructible.

En tu vientre virginal 
concebiste  al inmenso e incomprensible.

A través de ti, la Trinidad es glorificada
y la cruz es celebrada y adorada en todo el mundo.
A través de ti los cielos se regocijan de alegría,
los ángeles y los arcángeles se alegran,
los demonios huyen y son expulsados,
y nuestra naturaleza caída ha
sido nuevamente restablecida en el cielo.

A través de ti, el Hijo unigénito de Dios,
que es la Luz, brilla en medio de las naciones
que estaban sumidas en la oscuridad
y en la sombra de la muerte.
 
Concédenos tu protección,
bendita Madre de Dios,
líbranos del dolor y las penalidades,
y danos cobijo seguro bajo tu manto.

¿Qué voz humana puede celebrar dignamente
la inefable grandeza de María?

Eres madre y virgen al mismo tiempo.
A través tuyo la paz ha sido restaurada al mundo.
Por ti, Nuestro Señor Jesucristo,
fue engendrado como hombre.
 
Gloria a tu, María, Reina de los Cielos.
 
Amén
 

LEYENDA DE LA VIRGEN DE AFFLEUZ
 
Al oír contar las tradiciones que conservan los habitantes de algunos pueblos, se ve a través de su narración piadosa y práctica el amor infinito de la Reina de los ángeles a sus siervos y devotos, y la ilimitada confianza que éstos siempre han tenido en la poderosa intercesión con su divino Hijo, Dios todopoderoso.

Estaba preocupado en el año 1363 el rey Luis de Hungría, al considerar las fuerzas con que contaban los musulmanes, con los que tenia que librar pronto batalla en los campos de Carintia.

Ochenta mil soldados eran los enemigos del piadoso monarca, mientras que apenas llegarían a veinte mil los que con él iban a pelear contra los sectarios del Corán.

Bien comprendía el rey Luis que si no era por un milagro que quisieran obrar en su favor los cielos, sería vencido y arrolladas sus escasas huestes por las numerosas tropas de sus contrarios

Peleaba, sin embargo, por una causa justa y noble, acometía además a un pueblo encarnizado enemigo de la Cruz y del culto a la Virgen María. ¿Qué poder hay superior al de la Señora cuando se decide a auxiliar a los cristianos?

—¡Oh, Virgen María!—exclamaba el ilustre rey elevando los ojos al cielo:
 
—Perdonadme que un instante siquiera haya dudado del éxito de la batalla, contando con el favor que Vos no negareis a vuestros amados hijos.

«Nada me importa que el número de nuestros adversarios exceda y supere al de mi cristiano ejército.

«¡Vos nos ayudareis, Vos nos daréis valor para derrotar a los infieles!»

«Si; oyó con asombro el piadoso príncipe. Si, repitió una voz desconocida pero cuyo dulce sonido bien indicaba que procedía de un ser superior y extraordinario.

Conservad tú y tu gente la misma fe que ahora os anima, en medio del combate, y no dudéis que la victoria sea vuestra.

«Señalado y memorable triunfo alcanzarán tus armas sobre los infieles, pues «cediendo con placer a la invocación que me has dirigido, yo vengo prometer mi divino favor y poderoso auxilio.»


Lleno de gozo el rey Luis al escuchar tan consoladoras palabras, se postra humilde en tierra, da gracias a la Virgen por su generosa protección, ora después con fervor algunos momentos, y levantándose por fin, grita presentándose a su ejército:

—«Vamos, al combate mis nobles caballeros; guerra, guerra al infiel que si escasas son nuestras fuerzas en comparación de las suyas, nosotros llevamos sobre ellos la ventaja de la causa noble y santa que defendemos.

«Nuestra abogada y protectora la Virgen María verá con gusto la fe religiosa que nos anima al pelear con un pueblo impío y bárbaro, y nos dará el triunfo en la pelea.

«¡Vamos , al combate, al combate mis nobles caballeros!»

La preciosa y magnífica iglesia que hay dedicada a la Virgen de la Victoria en Affleuz, mandada construir por el piadoso rey Luis, bien claro patentiza al mundo entero, bien atestigua lo mucho que vale el auxilio de la Señora por el cual alcanzaron el piadoso monarca y sus huestes un gran triunfo sobre las de los discípulos de Mahoma.

Grande es la devoción que se profesa en Hungría a Nuestra Señora de Affleuz, con cuya advocación es mas conocida en general, y a cuyo religioso santuario acuden hoy mismo en devota romería numerosos peregrinos, no solo de aquella nación sino de todo el mundo católico.

Ilustres príncipes, nobles caballeros y los mas valientes soldados, al acometer alguna importante empresa se dirigían antes a Affleuz a demandar en la venerada capilla de la milagrosa Virgen el auxilio y protección de la que es poderosa Soberana de los cielos y Madre cariñosa de todos los cristianos.


0 comments:

Publicar un comentario

Entradas populares

Entrada destacada

DICCIONARIO DE SANTERÍA

Abikú: Un espíritu dañino que posesiona a un niño pequeño y lo enferma hasta que muere.   Acuelle: Bendición.   Afoché: Un polvo...