SANTA FRANCISCA ROMANA, ORACIÓN PARA OBTENER EL SUSTENTO DIARIO Y LA SOLUCIÓN DE TODA NECESIDAD


Después de la muerte de su primer hijo, la santa decidió convertir su casa en hospital y Dios premió sus oraciones y trabajos concediéndole el don de sanar a los enfermos.
 
ORACIÓN 

Oh Buen Dios, Padre misericordioso, 
que en Santa Francisca Romana
nos has dado un ejemplo único
de amor
tanto en el matrimonio como en la vida religiosa. 

Por mediación de ella, te pido el don
 de saber, amarte y servirte con toda
la perseverancia y la fortaleza necesarias 
para que en todas las circunstancias
pueda fijar mi mirada solo en ti,
seguir a tu Hijo unigénito,
y fielmente llevar mi cruz con gratitud. 

 
¡Oh, gloriosa santa francisca Romana! 
por los numerosos méritos que has ganado 
por medio del sufrimiento, 
te solicito tu poderosa intercesión
para conseguir ganar con mi propio esfuerzo
y que nunca me falte, el sustento diario
y la cobertura de todas mis necesidades.

(Exponer con detalle la petición a la santa).

 Ayúdame también a obtener el conocimiento
para distinguir la diferencia
entre mi propia voluntad
y la santa voluntad de Dios.

Ayúdame a obtener sabiduría
saber descartar mi propio bien
y dar preferencia al bien de los demás,
ya que tu dedicaste tu vida a ello
amando y haciendo lo que Dios deseaba.

Brillante Joya de la Orden de San Benito,
santa francisca Romana,
tú que fuiste dirigida por la divina Providencia
para ser un patrón de toda virtud,
y mostrar tu ayuda y compasión 
a las doncellas, a las matronas y a las viudas, 
ruega por nosotros a nuestro divino Salvador
 para que sepamos distinguir 
todas las vanidades del mundo
y bajo la guía de nuestro Ángel Guardián,
podamos crecer diariamente en el amor de Dios,
y finalmente para ser hechos partícipes
contigo en el cielo, de la felicidad gloriosa.
 
Amén.

Rezar Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.

Hacer la oración junto a los rezos cinco días seguidos.
 
Conoce más a Santa Francisca Romana...
 
La figura de Santa Francisca Romana se nos aparece bajo la luz celestial de las numerosas apariciones con que Dios se dignó favorecerla.
 
En el libro Fisonomías de santos, de Ernesto Helio, se describen con minuciosidad las visiones de Santa Francisca. Según este autor, una de las más hermosas visiones que tuvo tan admirable mujer, es la de los tres cielos.
 
"Aquel día —escribió— vio el cielo estrellado, el cielo cristalino y el cielo empíreo."
 
Por lo que respecta al primero, contempló su esplendor y observó la enorme distancia que separa a unas estrellas de otras. Muchas de ellas le parecieron más grandes que la tierra. Ese cielo le reveló la existencia de una inmensidad desconocida y jamás imaginada.
 
El cielo cristalino le pareció tan alto sobre el estrellado como éste se halla por encima de la tierra. Vio que el esplendor de este segundo cielo era mucho mayor que el del primero, y en cuanto al empíreo, advirtió que era mucho más elevado que los anteriores.
 
"Su inmensidad y magnificencia —dice Helio— son inimaginables. Las almas bienaventuradas y los santos de la tierra, iluminados por los rayos que partían de las llagas del Salvador, brillaban a los ojos de Francisca con resplandor desigual bajo un fuego de rayos desiguales. Las llagas de los pies iluminaban a los que amaron, las de las manos a los que amaron más, y las del costado a los que amaron con profunda pureza".
 
Santa Francisca vio en esta visión a su alma abismada en la llaga del corazón. Vio la llaga del corazón como un mar sin orillas: era un abismo cuyo fondo no se veía; y en cuanto más avanzaba, más insondable le parecía su inmensidad...
 
Terminemos —agrega— con la visión más alta:
 
"He visto —dice a su guía espiritual—, al Ser antes de la creación de los ángeles. He visto al Ser como es permitido verlo a una criatura que vive en la carne." "Era un círculo inmenso y espléndido. Este círculo no descansaba en nada más que en sí mismo. Él era su propio sostén, un esplendor que el espíritu no se figura cómo salía de aquel círculo, y Francisca no podía mirarlo fijamente porque su fulgor era intolerable. Bajo el círculo infinito y deslumbrador había un desierto que daba idea del vacío: era el lugar del cielo antes de que el cielo existiera.
 
En el círculo había algo como la semejanza de una columna muy blanca y absolutamente deslumbrante: era como un espejo en el que Francisca percibía el reflejo de la Divinidad; y vio trazados allí algunos caracteres: principio sin principio, y fin sin fin. Pues Dios llevaba el arquetipo de todas las cosas en su Verbo antes de crear cosa alguna.
 
Después, he aquí que, como innumerables copos de nieve que cubren las montañas, fueron creados los ángeles. Un tercio de ellos será precipitado en el abismo; los otros dos tercios permanecerán en la gloria. "La Inmaculada Concepción de la Virgen apareció a Santa Francisca en esta visión fundamental. "La visión del otro mundo fue el signo particular el y el rasgo característico de Santa Francisca Romana."
 
Hasta aquí la admirable descripción de Ernesto Helio, sobre la sorprendente visión de la santa. Pero tuvo otras visiones, relativas a personas y hechos del mundo y de su época. En ellas Dios mostraba a Francisca, simbólicamente, el pecado en lucha con el hombre, y hubo ocasiones en que a la santa le fue dado descubrir alguna falta grave bajo una faz al parecer inocente.
 
Este don, que en otra persona hubiera sido temible, en Francisca era consolador, pues al punto procuraba auxilio a los pecadores y los guiaba con prudencia hacia el arrepentimiento y el bien.

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