PAULINA JARICOT, ORACIÓN A LA VENERABLE PARA CONSEGUIR FUERZA, CORAJE Y SANACIÓN


Ardiente intercesora por la salvación de las almas y de todo aquel que necesita coraje y valentía para enfrentarse a su enfermedad, Paulina Jaricot siempre estará dispuesta a escuchar tu ruego, pues ella misma fue sanada por Santa Filomena.
 
ORACIÓN

Venerable Paulina Jaricot,
tú que amaste a Jesucristo
más que a nada en tu vida 
consígueme ese mismo espíritu de audacia,
de coraje, y de fuerza que te animaba
aún estando gravemente enferma.

 

Tú que consagraste tu vida
para difundir el reino de los cielos
sirviendo a Dios y a las personas,
intercede por mi,
para que Dios pueda por tu mediación
dar cumplimiento al ruego
que te hago con toda mi esperanza,
con todo el amor de mi corazón
depositado en ti y en tu milagrosa
benefactora Santa Filomena,
quién se dignó curarte en graves circunstancias:
 
(Realiza ahora tu ruego)
 
Querida Paulina, que cuidaste a los enfermos
 y, con tu idea de "oración y sacrificio",
enviaste tu amor a cada rincón del mundo.
 
Tu, Paulina, la niña de ojos brillantes
y el mundo en su corazón,
que nos enseñaste cómo amar sin fin
y compartir nuestra fe católica
hasta los confines de la tierra

intercede hoy por mi, 
ante Jesucristo, Señor Nuestro,
a fin de que arda mi corazón por su caridad,
y que todos nosotros podamos llenar el mundo
con llamas de este fuego
que Él vino encender sobre la tierra.

Tu, que fuiste fiel a los todos los deberes
domésticos y familiares,
Tu, que fuiste fiel adoradora
 del Santísimo Sacramento,
Tu, cuya caridad fue inagotable,
Tu, que fuiste curada milagrosamente
por la intercesión de Santa Filomena,
ruega hoy por mi a Dios
con todo el amor
del que hiciste gala en la Tierra.


Amén

La Propagación de la Fe
 
Una obra de inmensos alcances, extendida en todos los continentes, es la llamada Propagación de la Fe. La grey cristiana, sin excepción, puede participar en ella. Es un gigantesco hormiguero en el que cada insecto, aun el más pequeño, aporta su ayuda que, unida al de los demás, forma un importante caudal.
 
Todas las comunidades pueden acudir al grupo que coordina la diócesis, la parroquia local, y dar su valiosa contribución a esta obra que surgió hace aproximadamente un siglo.
 
No todos saben, sin embargo, quién concibió esta magnífica idea para propagar la fe y auxiliar los necesitados. La Fundadora de la obra es la Venerable Paulina Jaricot, una joven rica y hermosa que, sin ser religiosa de ninguna Orden, sacrificó cuanto poseía en aras de tan generoso ideal.
 
Paulina tuvo una tarde la inspiración que habría de realizar su obra. Ella misma lo ha referido en sus memorias:
 
Cierta vez su familia y sus amigos más íntimos se encontraban entretenidos alrededor de una mesa entreteniéndose despreocupada y sanamente en un juego dc salón, mientras la futura santa, un poco aparte, meditaba junto a la chimenea. ¿Cómo podría allegar fondos suficientes para la realización de una labor de gran beneficio humano, que auxiliara y sostuviera las misiones cristianas en lugares remotos, paganos e ignorantes?
 
Las misiones sufrían penurias que muchas veces las obligaban a fracasar y a abandonar los lugares donde tanta falta hacían. Para sostenerlas hacía falta mucho dinero, otorgado en forma constante y sistemática. Y si las organizaciones religiosas no podían costear todas las misiones que en el mundo hacían falta, ¿qué podía hacer una señorita sola, que apenas sobrepasaba los veinte años de edad y que lo más que había logrado era unirse a una pequeña sociedad de mujeres piadosas?
 
Pero la iluminación acudió a Paulina: lo que no podía hacer ella sola, ni su pequeña sociedad, ¿no podría hacerlo el pueblo?
 
Si una institución o un hombre no podía aportar los miles de francos que se necesitaban cada mes, ¿no lo podrían hacer millares de personas, dando cada una, una fracción?
 
Inmediatamente se puso a planear el modo de realizar su idea. Propuso entonces que los más entusiastas fueran jefes de grupos; cada jefe colectaría los donativos de cien personas más. A estos jefes de grupo los llamó "jefes de centena". Los donadores aportarían solamente cinco centavos de franco, cantidad que todo el mundo podía dar sin gran sacrificio.
 
En pocos años, el "hormiguero" había crecido y entre todos pudieron reunir miles de francos. Fue así como se inició la inmensa obra benéfica, cuyos alcances crecen día con día hasta la fecha.
 
La importancia de la obra determinó que varios eclesiásticos la dirigiesen; sus ramificaciones hicieron que poco a poco se olvidara a quien había sido capaz de concebir una idea así. A Paulina no le importaba mucho esto, pues para ella lo esencial no era su persona, sino el resultado de su iniciativa.
 
Pero la Iglesia no deja pasar inadvertido el mérito de sus héroes. Cada papa, en su reinado, reconoció el esfuerzo y la generosidad de Paulina, y dio testimonio de ello; se aprobó la obra y se reconoció a la Fundadora. Y al cabo del tiempo conveniente, hecho el cuidadoso examen de su vida y de su labor, Paulina Jaricot ha sido honrada con el titulo de Venerable a la espera de su próxima canonización y beatificación.


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