SANTA MARGARITA, ORACIÓN PARA HACER UNA SÚPLICA A LA SANTA REINA DE ESCOCIA


"Cuando Santa Margarita hablaba, sus conversaciones estaban llenas de la sal de la sabiduría. Cuando estaba en silencio, su silencio se llenaba de buenos pensamientos.
 
Su comportamiento con los demás se correspondía con la seriedad de su carácter, ya que parecía como si ya hubiera  nacido predestinada a llevar una vida virtuosa"
 
(Turgot, confesor de Santa Margarita).
 
Dios nos proporciona el maravilloso ejemplo de una vida católica en Santa Margarita. Ella es la Patrona de las Madres y de las grandes familias, ya que enseñó a las personas de su alrededor a aumentar su fe, a pensar siempre en los demás y a ser especialmente generosos con los pobres. 

 
ORACIÓN

Dios misericordioso,
le diste a la santa reina Margarita de Escocia
un gran amor por los pobres,
otorga tu atención a la intercesión
de esta santa mujer
y ayúdanos a vivir según su ejemplo
para que tu bondad y tu misericordia
se hagan visibles en el mundo de hoy.
 
Oh Dios, que diste a tu sierva Margarita
un hermoso trono terrenal
para que pudiera conquistar  tu reino celestial,
y le diste celo por tu iglesia y amor por tu pueblo:
concédenos a sus devotos
que podamos ser fructíferos en buenas obras,
y alcanzar la gloriosa corona de tus santos.

Concédenos también la petición tan especial
que por su mediación solicito,
 te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor,
que vive y reina contigo y el Espíritu Santo,
un solo Dios, por los siglos de los siglos.

Respira en mí, Espíritu Santo,
para que mis pensamientos sean santos.

Muévete en mí, Espíritu Santo,
para que mi obra también sea santa.

Toma mi corazón, Espíritu Santo,
para que pueda amar solo lo que es santo.

Fortaléceme, Espíritu Santo,
para que pueda defender todo lo que es santo.

Protégeme, Espíritu Santo,
para que siempre sea santo.
Gloriosa Santa Margarita de Escocia,
ruega por todos nosotros.

Amén.

Rezar tres Padrenuestros, Avemaría y Gloria.

Esta oración se hace tres días seguidos,
pidiendo a santa Margarita con mucha fe
lo que se desea conseguir
mediante su intercesión ante Dios.
 
La Cruz y la Espada

En el siglo XI, los países europeos, en los cuales se había extendido el cristianismo, vivían en una curiosa y doble actitud: por una parte, la oración, la fe y la virtud tenían fuerza y preponderancia; por otra, la guerra y la violencia, en medio de terribles intrigas, los envolvía en novelescas aventuras.
 
La cruz y la espada alcanzaron enorme significación en ese tiempo, especialmente entre los hombres, pues las mujeres jamás aceptaron la guerra como cosa necesaria o deseable, con excepción de algunas reinas violentas o apasionadas.
 
Puede decirse que entre la cruz y la espada nació Santa Margarita, reina de Escocia, la cual padeció vicisitudes sin cuento: fue perseguida y amenazada constantemente. Sin embargo, no se colocó por su voluntad bajo la sombra de la espada, sino bajo la de la Cruz.
 
En medio de guerreros, carceleros, horcas y demás agentes e instrumentos de la violencia, dejaba transcurrir los acontecimientos, dulce y humilde, entregada a la oración y a la vida modesta. Su mansedumbre perfumaba e iluminaba calabozos y cadalsos.
 
Especialmente notable fue su constante intercesión en favor de los reos y de los delincuentes, por quienes sentía la más honda y sincera piedad. Alivió sus torturas, consoló sus espíritus y, cuando pudo, los salvó del cadalso.
 
En aquella turbulenta época de la Edad Media, lo común en un soberano que había sufrido atropellos y persecuciones, era que, al llegar al poder, descargara los más grandes castigos sobre sus antiguos enemigos. Margarita, no sólo ahuyentó de sí las ideas de venganza, sino que influyó en su esposo, el rey Malcolm III, para que no buscara represalias contra los monarcas ingleses que habían luchado por hacerlos desaparecer.
 
Amando las empresas creadoras, jamás las destructivas, y como juzgase que la nación escocesa se hallaba atrasada en cuestiones culturales, hizo que su marido el rey dictase leyes para el mejoramiento del pueblo.
 
Por último, es digno de mención el espíritu de inmensa fidelidad de la santa. Por las circunstancias de la época ya mencionadas anteriormente, el rey Malcolm partió para la guerra, y murió víctima de una traición. Margarita, que se hallaba enferma en su palacio, cuando recibió la noticia de tan trágico suceso, sufrió tal impresión que falleció cuatro días después.
 
Entre la cruz y la espada, Margarita de Escocia escogió siempre la Cruz.
 
El papa Inocencio XII la canonizó el año 1251, casi dos siglos después de su fallecimiento. El mismo papa designó el día 10 de junio para la celebración de su fiesta religiosa.
 
La vida de Santa Margarita, cuyo ejemplo crece con el tiempo en la memoria de la cristiandad es una historia que comienza en los albores del siglo XI, cuando Canuto, soberano de Dinamarca, se hizo proclamar rey de toda Inglaterra, aprovechando el fallecimiento del viejo monarca Edmundo.
 
Los hijos de éste son enviados por Canuto a Suecia, con malignas intenciones, pero el rey de esa nación los protege.
 
Uno de los hijos de Edmundo, llamado Eduardo, aspirante legítimo al trono inglés, tuvo tres vástagos, entre ellos la dulce, abnegada y espiritual Margarita, que con el tiempo sería reina de Escocia, y además, santa.
 
Fueron impresionantes sus virtudes acrisoladas: es como un ángel de bondad en medio de sombrías pasiones.

 

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