ORACIÓN
A ti, ¡oh precioso Niño Mártir!
a ti, vengo desvalido,
a solicitar tu ayuda: trabajo y salud
con humildad te pido.
A ti, ¡oh precioso Niño Mártir!
a ti, vengo desvalido,
a solicitar tu ayuda: trabajo y salud
con humildad te pido.
De padres paganos y nobles nacido,
Dios quiso tomarte pronto a su servicio,
y quedaste huérfano desde jovencito,
bajo La tutela de tu tío Dionisio
que aumentó tus bienes, cultivó tu espíritu,
y de tu talento, notando el prodigio,
te condujo a Roma, entre los patricios,
a vivir la vida de los nobles ricos.
Con él te alojaste junto al Palatino,
y quedaste huérfano desde jovencito,
bajo La tutela de tu tío Dionisio
que aumentó tus bienes, cultivó tu espíritu,
y de tu talento, notando el prodigio,
te condujo a Roma, entre los patricios,
a vivir la vida de los nobles ricos.
Con él te alojaste junto al Palatino,
en un gran palacio donde el Papa San Sixto
encontró un refugio contra él paganismo.
Tú le socorriste, le prestaste asilo,
encontró un refugio contra él paganismo.
Tú le socorriste, le prestaste asilo,
y por ser humano y caritativo,
fuiste iniciado en la fe de Cristo,
y purificaste tu alma en el bautismo,
ardiendo en la llama, del amor divino,
negaste airado a los dioses gentílicos.
Por tu fortaleza y por tu heroísmo,
fuiste iniciado en la fe de Cristo,
y purificaste tu alma en el bautismo,
ardiendo en la llama, del amor divino,
negaste airado a los dioses gentílicos.
Por tu fortaleza y por tu heroísmo,
más propio de un hombre que propio de un niño;
por tu caridad con el Papa Sixto,
por la ruda prueba de verte cautivo,
por tu caridad con el Papa Sixto,
por la ruda prueba de verte cautivo,
y ver en tus brazos morir a tu tío,
a ti, ¡oh precioso Niño Mártir!
a ti, vengo desvalido,
a solicitar tu ayuda: trabajo y salud,
con humildad te pido.
Cargan de cadenas tu cuerpo vencido,
a ti, ¡oh precioso Niño Mártir!
a ti, vengo desvalido,
a solicitar tu ayuda: trabajo y salud,
con humildad te pido.
Cargan de cadenas tu cuerpo vencido,
respiras un aire escaso y mefítico:
duermes en el suelo, peor que un mendigo,
tú, que eras tan rico, tú, que tenías
duermes en el suelo, peor que un mendigo,
tú, que eras tan rico, tú, que tenías
cien palacios magníficos,
los más blandos lechos, los mejores linos,
vajillas de oro, banquetes opíparos,
y miles de esclavos para tu servicio.
Todas tus riquezas las has repartido,
los más blandos lechos, los mejores linos,
vajillas de oro, banquetes opíparos,
y miles de esclavos para tu servicio.
Todas tus riquezas las has repartido,
ya no tienes nada, ni bienes ni amigos,
pero en tu alma fuerte llevas escondido
el tesoro inmenso de la fe de Cristo.
Por seguir sus pasos todo lo has perdido;
pero en tu alma fuerte llevas escondido
el tesoro inmenso de la fe de Cristo.
Por seguir sus pasos todo lo has perdido;
la cárcel te guarda, te aguarda el martirio,
y todo lo aceptas con sano heroísmo
resignado, humilde, sereno y contrito,
con los ojos siempre en el cielo fijos.
Por tus sufrimientos en prisión cautivo,
y todo lo aceptas con sano heroísmo
resignado, humilde, sereno y contrito,
con los ojos siempre en el cielo fijos.
Por tus sufrimientos en prisión cautivo,
y por la entereza sin par de tu espíritu,
a ti, ¡oh precioso Niño Mártir!
a ti, vengo desvalido,
a solicitar tu ayuda: salud y trabajo
con humildad te pido.
Sabiendo el tirano de quién eras hijo,
a ti, ¡oh precioso Niño Mártir!
a ti, vengo desvalido,
a solicitar tu ayuda: salud y trabajo
con humildad te pido.
Sabiendo el tirano de quién eras hijo,
demanda que en el acto le lleven al niño,
primero con ruegos, con halago y mimo,
intenta apartarle del santo camino,
y al ver que no puede lograr disuadirlo,
primero con ruegos, con halago y mimo,
intenta apartarle del santo camino,
y al ver que no puede lograr disuadirlo,
une a la amenaza el más vil cinismo,
y cruel le condena a horrible martirio,
si de ser cristiano no abjura allí mismo.
Pero el niño heroico, puesta su fe en Cristo,
y cruel le condena a horrible martirio,
si de ser cristiano no abjura allí mismo.
Pero el niño heroico, puesta su fe en Cristo,
no cede al halago, ni cede al castigo,
y, en la Vía Aurelia, un verdugo indigno
corta la cabeza al excelso niño,
que a Dios da las gracias al rendir su espíritu.
A ti, ¡oh precioso Niño Mártir!
y, en la Vía Aurelia, un verdugo indigno
corta la cabeza al excelso niño,
que a Dios da las gracias al rendir su espíritu.
A ti, ¡oh precioso Niño Mártir!
A ti, vengo desvalido,
a solicitar tu ayuda: salud y trabajo
con humildad te pido.
Amén.
Rezar tres Padrenuestros y tres Glorias.
Repetir la oración y los rezos tres días seguidos,
o nueve, como una novena,
si la petición es muy urgente.
a solicitar tu ayuda: salud y trabajo
con humildad te pido.
Amén.
Rezar tres Padrenuestros y tres Glorias.
Repetir la oración y los rezos tres días seguidos,
o nueve, como una novena,
si la petición es muy urgente.
Para saber más de San Pancracio:
Fue martirizado el santo con catorce años por orden de Diocleciano, hacía el año 304.
Es incuestionable es su existencia y esa popularidad, que ha llegado hasta nuestro tiempo. Su culto se remonta al siglo IV, aunque la mención primera que conocemos se localiza en el siglo V, cuando se le menciona en el Martirologio Jeronimiano, a mediados de ese siglo.
Su popularidad comenzó a partir de la edificación de un templo sobre su tumba, cuando el papa Símaco mandó levantar en su honor y sobre su tumba una basilica en los primeros años del siglo VI, posiblemente sobre otro templo ya existente. Más tarde otro papa, Honorio I, construyó sobre ella un nuevo templo entre los años de 625 y 638. Hechos que quedaron grabados sobre el proplo sepulcro de San Pancracio:
«Por los méritos insignes y las singulares gracias del Bienaventurado Pancracio, el obispo Honorio, siervo del Señor, para bien del pueblo de Dios, ordenó derribar el Viejo edificio que amenazaba ruina y no contenía los restos del santo, debido al descuido de los antiguos. Mandó construir de nueva planta otra Iglesia y, dentro del altar adornado con marmoles preciosos, colocó las reliquias que antes estaban en la pared extenor del edificio»
Quedan así definitivamente garantizados los fundamentos para que el Joven mártir cristiano gozara de amplísima populandad, algo que, aunque no tan masivamente, ya se había iniciado en los mismos días de su muerte.
Es incuestionable es su existencia y esa popularidad, que ha llegado hasta nuestro tiempo. Su culto se remonta al siglo IV, aunque la mención primera que conocemos se localiza en el siglo V, cuando se le menciona en el Martirologio Jeronimiano, a mediados de ese siglo.
Su popularidad comenzó a partir de la edificación de un templo sobre su tumba, cuando el papa Símaco mandó levantar en su honor y sobre su tumba una basilica en los primeros años del siglo VI, posiblemente sobre otro templo ya existente. Más tarde otro papa, Honorio I, construyó sobre ella un nuevo templo entre los años de 625 y 638. Hechos que quedaron grabados sobre el proplo sepulcro de San Pancracio:
«Por los méritos insignes y las singulares gracias del Bienaventurado Pancracio, el obispo Honorio, siervo del Señor, para bien del pueblo de Dios, ordenó derribar el Viejo edificio que amenazaba ruina y no contenía los restos del santo, debido al descuido de los antiguos. Mandó construir de nueva planta otra Iglesia y, dentro del altar adornado con marmoles preciosos, colocó las reliquias que antes estaban en la pared extenor del edificio»
Quedan así definitivamente garantizados los fundamentos para que el Joven mártir cristiano gozara de amplísima populandad, algo que, aunque no tan masivamente, ya se había iniciado en los mismos días de su muerte.
Luego se escribiría la narración de su martirio o pasión, popularizada posiblemente en el slglo VI, coincidiendo con la edificación de la basilica, sobre su tumba. Su nombre venía ya figurando desde el slglo V en los martirologios como el Jeronimiano del siglo V, de donde pasó al romano.
Coinciden en este santo una serie de calificativos que obsesionan a las gentes de nuestros días: belleza, martirio, trabajo y riquezas. Algo que nos explica la cantidad de invocaciones con las que viene accediendo a él el pueblo cristiano a lo largo de los distintos siglos. A todo ello hay que añadir los milagros obrados por su intercesión.
Uno de los lugares donde su popularidad conoce los más altos niveles es el Reino Unido, gracias a la edificación de una de sus primeras iglesias, realizada por San Agustín de Canterbury a finales del siglo VI.
La lista de remedios que el pueblo cristiano ha buscado en San Pancracio a lo largo de los tiempos es variable. Sabemos por ejemplo que aún en el siglo XIX el ramo textil de Barcelona lo tenía como patrón. Todavía quedan bastantes ciudades en el mundo que lo celebran como patrón: Bergen, Albano, Giesen, Leiden, etc.
Muchos acuden a él para defenderse del perjurio, la calumnia y el falso juramento. San Gregario de Tours en el siglo VI nos habla ya de la costumbre de acudir al sepulcro de San Pancracio para ser absuelto de los falsos juramentos, pues se le creía vengador de perjurios.
Se le invoca contra los espasmos, calambres, dolores de cabeza y las enfermedades de la piel. En Francia se acude a su protección para prevenir las siembras de las heladas tardías de mayo, y por supuesto y universalmente para buscar trabajo y gozar de buena salud. Todo un repertorio de necesidades que la limitación humana siente con frecuencia y que para dirigirse al cielo ningún aliado mejor que un niño inocente de 14 o 15 años.
Su fiesta se celebra el 12 de mayo, haciendo coincidir su martirio con el de los santos Nereo y Aquiles. En Roma hay una iglesia que desde 1517 es título cardenalicio. Antiguamente las madres romanas llevaban allí a sus hijos el domingo octava de Pascua, pues desde los días del papa Símaco estaban colocados unos baños en las cercanías de la iglesia dedicada a su nombre. Aún ahora muchos jóvenes suelen reunirse en sus cercanías.
La iconografía cristiana también lo celebra como un caballero cubierto totalmente con su coraza y apoyado en una lanza o espada. La imagen del Museo de Basano en Italia se ha hecho muy popular. Quizás por eso también hacia aquí dirigen su mirada los caballeros alemanes que le tienen por patrono.
En cualquier caso, la figura de San Pancracio forma en la línea admirable y admirada de santos niños que brillan en el cielo de la Iglesia, como Eulalia de Mérida, Pelayo de Córdoba, Inés de Roma, Póntico de Lyón o Segunda de Thuburbo en Túnez.
Todos hacen realidad el lema en latín que figura en la estampa con que se populariza ahora San Pancracio y que traducido quiere decir: «Venid a mí y yo os daré todos los bienes».
Coinciden en este santo una serie de calificativos que obsesionan a las gentes de nuestros días: belleza, martirio, trabajo y riquezas. Algo que nos explica la cantidad de invocaciones con las que viene accediendo a él el pueblo cristiano a lo largo de los distintos siglos. A todo ello hay que añadir los milagros obrados por su intercesión.
Uno de los lugares donde su popularidad conoce los más altos niveles es el Reino Unido, gracias a la edificación de una de sus primeras iglesias, realizada por San Agustín de Canterbury a finales del siglo VI.
La lista de remedios que el pueblo cristiano ha buscado en San Pancracio a lo largo de los tiempos es variable. Sabemos por ejemplo que aún en el siglo XIX el ramo textil de Barcelona lo tenía como patrón. Todavía quedan bastantes ciudades en el mundo que lo celebran como patrón: Bergen, Albano, Giesen, Leiden, etc.
Muchos acuden a él para defenderse del perjurio, la calumnia y el falso juramento. San Gregario de Tours en el siglo VI nos habla ya de la costumbre de acudir al sepulcro de San Pancracio para ser absuelto de los falsos juramentos, pues se le creía vengador de perjurios.
Se le invoca contra los espasmos, calambres, dolores de cabeza y las enfermedades de la piel. En Francia se acude a su protección para prevenir las siembras de las heladas tardías de mayo, y por supuesto y universalmente para buscar trabajo y gozar de buena salud. Todo un repertorio de necesidades que la limitación humana siente con frecuencia y que para dirigirse al cielo ningún aliado mejor que un niño inocente de 14 o 15 años.
Su fiesta se celebra el 12 de mayo, haciendo coincidir su martirio con el de los santos Nereo y Aquiles. En Roma hay una iglesia que desde 1517 es título cardenalicio. Antiguamente las madres romanas llevaban allí a sus hijos el domingo octava de Pascua, pues desde los días del papa Símaco estaban colocados unos baños en las cercanías de la iglesia dedicada a su nombre. Aún ahora muchos jóvenes suelen reunirse en sus cercanías.
La iconografía cristiana también lo celebra como un caballero cubierto totalmente con su coraza y apoyado en una lanza o espada. La imagen del Museo de Basano en Italia se ha hecho muy popular. Quizás por eso también hacia aquí dirigen su mirada los caballeros alemanes que le tienen por patrono.
En cualquier caso, la figura de San Pancracio forma en la línea admirable y admirada de santos niños que brillan en el cielo de la Iglesia, como Eulalia de Mérida, Pelayo de Córdoba, Inés de Roma, Póntico de Lyón o Segunda de Thuburbo en Túnez.
Todos hacen realidad el lema en latín que figura en la estampa con que se populariza ahora San Pancracio y que traducido quiere decir: «Venid a mí y yo os daré todos los bienes».
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