Los puercoespines son unos mamíferos fascinantes, aunque en muchos aspectos desconocidos. Estos animales pertenecen a la familia de los roedores, y son muchas las personas que los llaman erizos, cuando se trata de dos especies completamente diferentes.
Los puercoespines son unos animales simpáticos, que parece que vayan arrastrando los pies por el mundo. Pero, aunque son patosos y lentos en el suelo, son unos excelentes trepadores, pues pueden hacerlo hasta los 15 o 18 metros de altura.
Tienen las patas cortas, pero fuertes, y las utilizan para poner a prueba la fortaleza de las ramas a las que pretenden subirse. Los puercoespines viven en zonas arboladas, principalmente en bosques de pinos, y se alimentan de las cortezas de diversos árboles de hoja perenne, de brotes y hojas, pero también de nenúfares.
Por otra parte, parecen sentir una necesidad imperiosa de sal, por lo que se comerán cualquier cosa salada que puedan encontrar. Esto me lleva a sugerir a las personas que tienen a este tótem que controlen su ingesta de sal, pues pueden tener cierta tendencia a excederse con ella.
La primera vez que vi a un puercoespín fue en el norte de Ontario, en Canadá. En un tramo en el que había tenido que portear mi canoa, cuando estaba a punto de volver a entrar con ella en el río, me encontré con un puercoespín a un metro de la orilla comiendo nenúfares. Me miró entre curioso y divertido, y luego siguió comiendo, más interesado en los nenúfares que en mí.
Esto nos dice mucho de la personalidad y el carácter del puercoespín, un animal amable que parece disfrutar con cualquier actividad. Pero, además, es un animal muy curioso que da la impresión de sorprenderse y maravillarse con todo lo que encuentra; cualidad que puede despertar en aquellos que lo tienen como tótem. Aunque llama la atención que sea tan curioso no disponiendo de una buena vista, y que se muestre tan poco cauto habida cuenta de sus limitaciones visuales.
Sin duda, la característica más conocida del puercoespín son sus púas, aunque también es la que más ideas erróneas suscita. Las púas —en torno a 30.000— cubren todas las partes de su cuerpo, excepto la cara y la parte inferior del cuerpo y de la cola; están controladas por una capa de músculos, con los cuales puede bajarlas o levantarlas; de modo que, si se le molesta o se siente amenazado, las eriza.
Las púas están llenas de aire, hecho que posibilita al puercoespín flotar en el agua, y que viene a reflejar la facultad del puercoespín para moverse libremente en el mundo de las emociones, simbolizado por el agua.
En contra de lo que mucha gente cree, el puercoespín no dispara sus púas; lo único que hace cuando se siente amenazado es erizarlas. Por otra parte, para protegerse la cara, se las cubre con las patas delanteras, que también las tiene erizadas. Además, las púas no están fuertemente adheridas a la piel, de modo que puede desprenderse de ellas con relativa facilidad; por lo demás, si un depredador intenta atacarle, el puercoespín intentará darle con la cola en la cara, desprendiéndose de las púas en el momento que consiga impactarle.
Por otra parte, las púas no tienen veneno, pero sí tienen una especie de barbas en su extremo que, cuando penetran en la piel del depredador, se expanden, de tal modo que los intentos que hace este para sacarse las púas no hacen otra cosa que introducirlas más, hasta que llega un punto en que le resulta imposible desprenderse de ellas.
El mayor depredador del puercoespín es la marta pescadora, que pertenece a la familia de la comadreja. Durante muchos años, los naturalistas creyeron que la marta le daba la vuelta al puercoespín para matarlo, pero ahora se sabe que atrapa al puercoespín por la nariz, mordiéndole repetidamente en la cara hasta que muere. De hecho, la marta es tan eficaz matando puercoespines que cada vez son más escasos en estado salvaje.
Sea como fuere, todo aquel que tenga al puercoespín como tótem debería estudiar también a la familia de las comadrejas, y especialmente a la marta pescadora.
A los pumas también se les da bien burlar las defensas del puercoespín, pues han aprendido a darle la vuelta para dejar así expuesto su vulnerable vientre; de ahí que sugiera también el estudio del puma a los que tienen al puercoespín como tótem.
Los puercoespines viven habitualmente en troncos huecos, cuevas y agujeros, si bien en invierno se pasan la mayor parte del tiempo en los árboles, pues les resulta más fácil trepar que ir arrastrándose a todas partes con varios palmos de nieve.
Los puercoespines se aparean durante el otoño, y las crías vienen a nacer alrededor de siete meses después, normalmente de una en una, aunque de vez en cuando tienen gemelos, siendo posteriormente la madre la única que se ocupa de atenderlos.
Estos animales pueden llegar a vivir entre 9 y 15 años y, a medida que crecen, aprenden a ponerse de pie sobre las patas traseras y a balancearse de un lado a otro con un movimiento rítmico de las patas delanteras, en lo que podría parecer un ejercicio rítmico o una danza. Esto significa que los puercoespines pueden transmitirnos un nuevo ritmo en la danza de la vida, un ritmo que despierte en nosotros el sentido de la maravilla.
Por otra parte, siendo la danza una actividad de puro deleite, la aparición del puercoespín puede suponer una invitación a los placeres de la vida para cualquier persona que tenga a este animal como tótem.
Los puercoespines son muy susceptibles a los resfriados. En realidad, se trata de una enfermedad similar a la gripe que afecta a muchos animales y que es una consecuencia de la falta de determinados nutrientes; por lo que convendría que los que tienen al puercoespín como tótem lleven una dieta rica en nutrientes y vitaminas, principalmente a base de verduras, dado que el puercoespín es herbívoro. De modo que, si te sientes falto de energía o comienzas a mostrar síntomas de resfriado o gripe, revisa tu dieta.
Cuando se siente agraviada, una persona puercoespín buscará la manera de aguijonear a quien le ha hecho daño, diciendo o haciendo algo que le hiera y que le duela el máximo tiempo posible, como una púa que se introdujera cada vez más en la piel. No siempre utilizan estas púas, pero, cuando lo hacen, sin duda duelen.
En cualquier caso, si el puercoespín aparece, echa un vistazo a tu vida. ¿Dejas que las opiniones de los demás te impidan hacer algo que crees que podría ser divertido? ¿Dispones de tiempo libre en tu vida? ¿Eres demasiado sensible a las puyas de los demás? ¿Te excedes con tus puyas, al punto de arrebatar la alegría a los demás? ¿Estás consintiendo que las puyas del pasado te sigan ofendiendo?
A veces conviene arrancarse las viejas púas, por doloroso que sea, para que no sigan envenenando el sistema. Los puercoespines te pueden enseñar a soportar las puyas o púas de los demás, y te pueden enseñar a maravillarte con la vida y a disfrutar de ella, sean cuales sean tus circunstancias.
Te pueden enseñar también a ir despacito a todas partes, sin tomarte las cosas demasiado en serio; te pueden enseñar a proteger al niño o la niña interior de todas las púas de la vida, y te pueden hacer ver la fortaleza que existe en la vulnerabilidad.
Los puercoespines son unos animales simpáticos, que parece que vayan arrastrando los pies por el mundo. Pero, aunque son patosos y lentos en el suelo, son unos excelentes trepadores, pues pueden hacerlo hasta los 15 o 18 metros de altura.
Tienen las patas cortas, pero fuertes, y las utilizan para poner a prueba la fortaleza de las ramas a las que pretenden subirse. Los puercoespines viven en zonas arboladas, principalmente en bosques de pinos, y se alimentan de las cortezas de diversos árboles de hoja perenne, de brotes y hojas, pero también de nenúfares.
Por otra parte, parecen sentir una necesidad imperiosa de sal, por lo que se comerán cualquier cosa salada que puedan encontrar. Esto me lleva a sugerir a las personas que tienen a este tótem que controlen su ingesta de sal, pues pueden tener cierta tendencia a excederse con ella.
La primera vez que vi a un puercoespín fue en el norte de Ontario, en Canadá. En un tramo en el que había tenido que portear mi canoa, cuando estaba a punto de volver a entrar con ella en el río, me encontré con un puercoespín a un metro de la orilla comiendo nenúfares. Me miró entre curioso y divertido, y luego siguió comiendo, más interesado en los nenúfares que en mí.
Esto nos dice mucho de la personalidad y el carácter del puercoespín, un animal amable que parece disfrutar con cualquier actividad. Pero, además, es un animal muy curioso que da la impresión de sorprenderse y maravillarse con todo lo que encuentra; cualidad que puede despertar en aquellos que lo tienen como tótem. Aunque llama la atención que sea tan curioso no disponiendo de una buena vista, y que se muestre tan poco cauto habida cuenta de sus limitaciones visuales.
Sin duda, la característica más conocida del puercoespín son sus púas, aunque también es la que más ideas erróneas suscita. Las púas —en torno a 30.000— cubren todas las partes de su cuerpo, excepto la cara y la parte inferior del cuerpo y de la cola; están controladas por una capa de músculos, con los cuales puede bajarlas o levantarlas; de modo que, si se le molesta o se siente amenazado, las eriza.
Las púas están llenas de aire, hecho que posibilita al puercoespín flotar en el agua, y que viene a reflejar la facultad del puercoespín para moverse libremente en el mundo de las emociones, simbolizado por el agua.
En contra de lo que mucha gente cree, el puercoespín no dispara sus púas; lo único que hace cuando se siente amenazado es erizarlas. Por otra parte, para protegerse la cara, se las cubre con las patas delanteras, que también las tiene erizadas. Además, las púas no están fuertemente adheridas a la piel, de modo que puede desprenderse de ellas con relativa facilidad; por lo demás, si un depredador intenta atacarle, el puercoespín intentará darle con la cola en la cara, desprendiéndose de las púas en el momento que consiga impactarle.
Por otra parte, las púas no tienen veneno, pero sí tienen una especie de barbas en su extremo que, cuando penetran en la piel del depredador, se expanden, de tal modo que los intentos que hace este para sacarse las púas no hacen otra cosa que introducirlas más, hasta que llega un punto en que le resulta imposible desprenderse de ellas.
El mayor depredador del puercoespín es la marta pescadora, que pertenece a la familia de la comadreja. Durante muchos años, los naturalistas creyeron que la marta le daba la vuelta al puercoespín para matarlo, pero ahora se sabe que atrapa al puercoespín por la nariz, mordiéndole repetidamente en la cara hasta que muere. De hecho, la marta es tan eficaz matando puercoespines que cada vez son más escasos en estado salvaje.
Sea como fuere, todo aquel que tenga al puercoespín como tótem debería estudiar también a la familia de las comadrejas, y especialmente a la marta pescadora.
A los pumas también se les da bien burlar las defensas del puercoespín, pues han aprendido a darle la vuelta para dejar así expuesto su vulnerable vientre; de ahí que sugiera también el estudio del puma a los que tienen al puercoespín como tótem.
Los puercoespines viven habitualmente en troncos huecos, cuevas y agujeros, si bien en invierno se pasan la mayor parte del tiempo en los árboles, pues les resulta más fácil trepar que ir arrastrándose a todas partes con varios palmos de nieve.
Los puercoespines se aparean durante el otoño, y las crías vienen a nacer alrededor de siete meses después, normalmente de una en una, aunque de vez en cuando tienen gemelos, siendo posteriormente la madre la única que se ocupa de atenderlos.
Estos animales pueden llegar a vivir entre 9 y 15 años y, a medida que crecen, aprenden a ponerse de pie sobre las patas traseras y a balancearse de un lado a otro con un movimiento rítmico de las patas delanteras, en lo que podría parecer un ejercicio rítmico o una danza. Esto significa que los puercoespines pueden transmitirnos un nuevo ritmo en la danza de la vida, un ritmo que despierte en nosotros el sentido de la maravilla.
Por otra parte, siendo la danza una actividad de puro deleite, la aparición del puercoespín puede suponer una invitación a los placeres de la vida para cualquier persona que tenga a este animal como tótem.
Los puercoespines son muy susceptibles a los resfriados. En realidad, se trata de una enfermedad similar a la gripe que afecta a muchos animales y que es una consecuencia de la falta de determinados nutrientes; por lo que convendría que los que tienen al puercoespín como tótem lleven una dieta rica en nutrientes y vitaminas, principalmente a base de verduras, dado que el puercoespín es herbívoro. De modo que, si te sientes falto de energía o comienzas a mostrar síntomas de resfriado o gripe, revisa tu dieta.
Cuando se siente agraviada, una persona puercoespín buscará la manera de aguijonear a quien le ha hecho daño, diciendo o haciendo algo que le hiera y que le duela el máximo tiempo posible, como una púa que se introdujera cada vez más en la piel. No siempre utilizan estas púas, pero, cuando lo hacen, sin duda duelen.
En cualquier caso, si el puercoespín aparece, echa un vistazo a tu vida. ¿Dejas que las opiniones de los demás te impidan hacer algo que crees que podría ser divertido? ¿Dispones de tiempo libre en tu vida? ¿Eres demasiado sensible a las puyas de los demás? ¿Te excedes con tus puyas, al punto de arrebatar la alegría a los demás? ¿Estás consintiendo que las puyas del pasado te sigan ofendiendo?
A veces conviene arrancarse las viejas púas, por doloroso que sea, para que no sigan envenenando el sistema. Los puercoespines te pueden enseñar a soportar las puyas o púas de los demás, y te pueden enseñar a maravillarte con la vida y a disfrutar de ella, sean cuales sean tus circunstancias.
Te pueden enseñar también a ir despacito a todas partes, sin tomarte las cosas demasiado en serio; te pueden enseñar a proteger al niño o la niña interior de todas las púas de la vida, y te pueden hacer ver la fortaleza que existe en la vulnerabilidad.
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